La imagen que capturé revela una simbiosis mágica y esencial en la naturaleza: la unión entre los hongos y los árboles. En el oscuro y húmedo sendero del Caribe Norte de Costa Rica, este pequeño árbol sin vida se convirtió en un faro de esperanza gracias al abrazo bioluminiscente del micelio. Esta simbiosis encierra un secreto de la vida, donde los hongos nutren a los árboles, y los árboles, a su vez, ofrecen refugio y sustento. Esta imagen, más allá de su belleza, es un llamado a la maravilla de la naturaleza, a la exploración de sus misterios y a la importancia de conservar estos tesoros, que no solo sustentan ecosistemas, sino también sueños y esperanzas de comunidades enteras. En ella, resplandece el potencial de atraer al turismo con fines conservacionistas, tejiendo historias de vida, equilibrio ecológico y adaptación al cambio climático en un mundo que necesita más que nunca abrazar la magia de la naturaleza.